25 octubre 2010

Las ruedas 'de galleta' son sólo para uso temporal


Conocemos con el nombre de ruedas de galleta aquellas ruedas de repuesto que no se corresponden en medidas con las ruedas que monta originalmente el vehículo, pero que sirven para sacarnos momentáneamente de un apuro cuando sufrimos un pinchazo.
Y sí, el título de este post es una evidencia en toda regla, pero lo evidente tiene de malo que no siempre es tan evidente para todo el mundo. Por eso nunca está de más recordar que las llamadas ruedas de galleta no son más que un apaño temporal limitado. Y nada mejor que una imagen para ilustrar todo esto.

¿Por qué hay tantos vehículos con ruedas de uso temporal?

En los últimos tiempos se ha generalizado el uso de las ruedas de uso temporal, y no siempre el conductor tiene claro lo que esto significa. Una rueda de uso temporal tiene dos limitaciones: una en cuanto a los kilómetros que recorremos con ella y otra, en cuanto a la velocidad que alcanzamos al circular. Si sobrepasamos alguno de esos dos parámetros o los dos a la vez, podemos tener problemas. A las pruebas me remito.
El espacio disponible en la parte posterior del vehículo es ciertamente limitado, y por una parte es un hecho que los coches montan ruedas cada vez mayores, con lo que sus ruedas de repuesto tienden a ser mayores también. Además a los conductores nos interesa que el depósito del combustiblenos garantice una buena autonomía y, por supuesto, no estamos dispuestos a renunciar al espacio en nuestro maletero. ¿Cuál es la variable para despejar en toda esta ecuación? Hay diseñadores que piensan que la clave del asunto está en la reducción del tamaño de la rueda de repuesto.
Existe la tesis del factor económico, aunque en este apartado encontramos una cierta controversia. Los hay que afirman que disponiendo ruedas de galleta en el maletero de los coches no sólo se ahorra espacio y peso, sino que que el fabricante del vehículo se ahorra un buen dinero a la hora de equipar una serie de vehículos fabricados. Los hay que explican que eso no es así, ya que el esfuerzo logístico derivado de la diferencia de tipos de rueda no se ve recompensado con el ahorro económico que podría suponer la compra de las ruedas de menor tamaño.
Dejando estas cuestiones al margen, la rueda de galleta obliga al conductor a visitar cuanto antes el taller para reparar el pinchazo, lo cual no es malo sino todo lo contrario, una apuesta por la seguridad. Entre tanto, el conductor puede ir circulando con su coche aunque de forma limitada, y eso le da razones para no demorar el paso por el taller. Con vehículos que montan cinco ruedas exactamente iguales existe el riesgo de que la dejadez deje su huella en la rueda pinchada, que ella nunca encuentra un momento para salir del maletero e ir a repararse.

Las limitaciones de la rueda ‘de galleta’

Las ruedas de uso temporal tienen básicamente dos limitaciones: la primera se cifra en kilómetros recorridos y la segunda, en velocidad. Si el fabricante del vehículo indica que no podemos recorrer más de 200Km, es que no podemos recorrer 200Km sin comprometer seriamente nuestra seguridad. Y si el mismo fabricante nos dice que no podemos superar los 80Km/h, es que no podemos circular a más de 80Km/h sin hacer oposiciones a víctima de la carretera por nuestra imprudencia.
Cuando llevamos tres ruedas de un mismo ancho en la banda de rodadura y una cuarta que no tiene nada que ver, estamos perdiendo la simetría longitudinal deseable en cualquier vehículo. Notamos que el coche no se mueve como siempre y eso es indicativo de que estamos circulando en situación de excepcionalidad. Por otra parte, una rueda concebida para rodar a una cierta velocidad puede reventar por todo lo alto si se sobrecalienta como consecuencia de haber rodado a más kilómetros por hora de los marcados por el fabricante.
Por todo esto, tanto exceder el número de kilómetros marcados por el fabricante rodar a una velocidad superior a la indicada en la misma llanta de la rueda es una temeridad. Ceñirnos a las limitaciones que nos marca la rueda de uso temporal puede ser un fastidio, pero si las contravenimos porque nos parece que no es para tanto y logramos salir airosos del trance, podremos darnos por satisfechos.

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