Los motores térmicos (gasolina, diesel, gas natural…) están diseñados para cumplir un cometido: convertir la energía química del carburante en movimiento. Los ingenieros determinaron que estos motores funcionan mejor a una temperatura determinada. No pueden estar demasiado frios, ni demasiado calientes. Cuando arrancamos el motor, como el motor estará frío si no se ha utilizado en horas, se va a perder combustible hasta que el motor alcance la temperatura óptima de funcionamiento.
Baste el siguiente dato. Un motor TDI moderno, con el motor frío a 10º, consume 0,9 l/h al ralentí recién arrancado. Cuando está caliente, sin consumidores eléctricos, el consumo es de 0,5-0,6 l/h. Da que pensar.
Si te fijas en el termómetro del agua de tu coche, podrás observar que al arrancar su lectura es muy baja, y que una vez el motor ya está caliente, no pasa de la mitad o la sobrepasa por muy poco. La temperatura medida es la del agua del circuito de refrigeración del motor, puesto que van refrigerados por agua.
Pero comencemos por el proceso de arranque en sí.
Antes de girar la llave
Una costumbre muy saludable, especialmente recomendada para quienes olvidan a veces ponerse el cinturón, es la de abrochárselo antes de arrancar el motor. Utiliza el método que prefieras, pero cerciórate que llevas puesto el cinturón antes de moverte. Abrocharlo en marcha se puede olvidar, y nos expone a riesgos totalmente innecesarios. Aunque se vaya a recorrer un kilómetro o menos: ¿cuál es la distancia a partir de la cual se puede sufrir un accidente?
Motor de gasolina
Si se trata de un motor de inyección (no carburado), pisamos el pedal del embrague y accionamos el contacto, pero sin pisar el acelerador. La centralita de la inyección está preparada para arrancar el motor en cualquier circunstancia ambiental y lo hace de la forma más eficiente. Pisando el acelerador, malgastamos carburante y restamos eficiencia al proceso.
¿Por qué pisar el embrague? Hay dos razones. La primera, es que si hemos dejado una marcha insertada (1ª o marcha atrás) debido a descuido o estacionamiento en pendiente, ahorraremos un calado seguro. Si se hace por costumbre, mejor. La segunda razón es que el propio disco del embrague pesa, y desacoplarlo del motor facilita el arranque.
Si el motor es carburado, necesita hacer uso del estrangulador o estárter para arrancar en determinadas condiciones. Tras conocer su funcionamiento con el manual del coche, cabe comentar que la suelta del estrangulador debe hacerse progresivamente, manteniendo el ralentí a 900 RPM más o menos. Soltarlo de golpe no es una buena idea.
Si se trata de un automático, hay que arrancar siempre en posición “P”; “N” si carece de la posición parking.
Motor diesel
Los motores modernos requieren un precalentamiento previo al arranque. Manteniendo el embrague pisado, pasaremos a la segunda posición del contacto (o la previa al arranque en sí), momento en el que se encenderá un testigo. Este testigo indica que se está precalentando el motor, y se apaga al cabo de muy poco tiempo.
Entonces, giramos la llave a la última posición para poner en marcha el motor, con el embrague pisado, como se indicó antes. La regla si es automático es la misma que en motores de gasolina.
En movimiento
Bien, una vez que el motor está arrancado, si se encuentra frío, es normal que vibre más y que el humo del tubo de escape salga blanco, es por el desfase de temperatura (más que nada en otoño-invierno). Si se trata de un motor de gasolina, se debería iniciar la marcha inmediatamente, en cambio, si es diesel, conviene esperar unos segundos antes de mover el coche, ya que el mecanismo de lubricación es diferente.
Esto quiere decir que mantener el motor encendido al ralentí para que coja temperatura es una mala práctica, porque el motor tarda más en calentarse y se pierde combustible hasta que alcanza temperatura de funcionamiento. Con la propia marcha, el motor se irá calentando. Tampoco es eficiente pegar acelerones para que se caliente antes, ni mucho menos.
Este consejo no debe desafiar al sentido común. Si es necesario desempañar las lunas antes de movernos, el motor estará al ralentí el tiempo que sea necesario. La seguridad, ante todo.
Mientras el motor está frío, consume más combustible
Dependiendo del motor, tarda unos minutos más o menos en alcanzar su temperatura ideal, condicionado a las condiciones atmosféricas y a la temperatura exterior. Mientras no se haya alcanzado la temperatura ideal, no se debe pisar al motor a fondo ni requerir el máximo de potencia, si queremos que nos dure. Es más, aunque el agua esté caliente, el aceite puede que no esté “en su punto”, por lo que hay que esperar más minutos para hacer uso de todo el potencial del motor. Este tiempo varía de un coche a otro.
Hay que procurar evitar los desplazamientos cortos, ya que en estas condiciones, la mecánica no funciona de forma óptima y consume más para lograr el mismo efecto. Coger el coche para ir a por el pan o recorridos muy cortos supone un gasto adicional que se acaba notando, y genera una contaminación innecesaria. Cada cual tendrá sus motivos para hacer desplazamientos cortos, pero si pueden evitarse, mejor para tu coche, mejor para ti y mejor para el medio ambiente.
La primera velocidad
El manejo del cambio requiere mucho detalle, pero conviene conocer las particularidades de “la primera”. Esta relación es la más corta de todas, y está pensada para mover el coche desde parado. Al recorrer 6 metros o a los 2 segundos, es imperativo insertar la segunda velocidad, en llano. Cuesta arriba, se meterá la segunda más tarde y, cuesta abajo, si la pendiente es considerable, se puede insertar segunda directamente tras haber dejado caer el coche unos metros con el pedal de embrague pisado (lo imprescindible).
En primera velocidad, el consumo es muy elevado. Si haces una lectura fugaz al medidor de consumo instantáneo de tu coche apurando la primera, puede que te lleves un buen susto.
Recuerda: la primera sólo para mover el coche.
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