Actualmente, casi un 25 de cada cien modelos que los bávaros comercializan cuentan con este tipo de tracción, el deniminado xDrive. La marca cuenta en la actualidad con un total de 45 modelos en los que disponer de las cuatro ruedas motrices.
Sin embargo, y a pesar de que es uno de esos sistemas que nunca parecen estar de más en nuestro vehículo, es conveniente valorar la idoneidad, pues cuenta con alicientes y desventajas.
Entre los puntos a favor, el aumento de la capacidad de tracción (que no llega, aunque se acerca, al doble de un vehículo con tracción delantera) y el aumento de velocidad del paso por curva en aceleración. Esto es debido a que se solicita un menor esfuerzo longitudinal sobre cada neumático individualmente considerado, por lo que puede aumentarse el esfuerzo de adherencia lateral.
Para los constructores, y conductores cuyo tipo de conducción así lo requiera, es valorable la posibilidad de modificar el comportamiento direccional, es decir, la tendencia sobreviradora o subviradora del vehículo.
Por otro lado, también es destacable la reducción del par transmitido a cada rueda, con respecto de nuevo a un tracción delantera. Disminuye la posibilidad de contar con fuerzas parásitas que influyan negativamente en la información transmitida al conductor a través de la dirección.
Y como no todo pueden ser cuestiones favorables, queda mencionar el aumento de costes, que ronda entre un 5 y un 20% en función del modelo, y de peso; desde los 50 a los 100 kilogramos aproximadamente gana el conjunto por llevar la motricidad a las cuatro ruedas.
De todas maneras, la tecnología está logrando un cierto equilibrio, y han aparecido en el mercado diferenciales electrónicos que mitigan los defectos de un sistema de motricidad a las ruedas delanteras. Buen ejemplo de ello es el XDS del grupo VAG, como el incluido en el Seat Ibiza FR.
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