Desde el 7 de marzo, las autovías y autopistas de España han estado limitadas a 110 km/h con la excusa del ahorro energético. Es cierto que hemos ahorrado 450 millones de euros en importaciones de crudo, pero los datos no permiten extrapolar ese ahorro a la rebaja del límite, sino a un menor uso del coche.
El Consejo de Ministros ha apurado hasta la última semana para deliberar y derogar dicho límite. A partir del 1 de julio, los velocímetros podrán marcar 120 km/h sin ningún problema (turismos sin remolque y motocicletas), aunque según el modelo eso también es 130 km/h debido al error de medición, siempre marcan más velocidad de la real, o en el mejor caso la velocidad exacta.
Recientemente hemos sabido que se van a meter en el mercado 60 millones de barriles de petróleo, que vienen de las reservas de distintos países, para forzar una bajada de precios y amortiguar la falta de suministro de Libia. La OPEP no quiere bombear más para no mover los precios, pero esta jugada hará bajar el barri, simple oferta y demanda.
El consumo de carburantes ha bajado, lógico, los precios récords encadenados uno detrás de otro nos ha animado a usar menos el coche. Unos han bajado su velocidad, otros ya lo habían hecho voluntariamente. Entre abril y marzo, cayó el consumo de gasolina un 8% y el de gasóleo un 5%, media global 5,8%. El barril ha bajado 10 dólares desde que se propuso la medida.
Volver a los 120 km/h supondrá también un coste. Las señales de 120 km/h que se cubrieron con pegatinas solo precisan de operarios que las dejen como estaban, pero en otros casos habrá que reemplazar directamente los discos, porque resultó en algunos casos el reemplazo directo más interesante que las pegatinas.
Y no está el patio para cantar victoria, porque seguimos teniendo la gasolina MUY cara, y el gasóleo también, y los combustibles Premium ya están a niveles dignos de países vecinos con más poder adquisitivo. Los 110 km/h se recomendarán como una recomendación, pero volvemos al límite previo.
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