La entrada en vigor de los 110 km/h de velocidad máxima hace que nos pongamos al volante más tranquilos, si no queremos llevarnos alguna que otra sorpresita en forma de foto. En los tiempos que corren la velocidad es el principal enemigo del conductor. Hablamos del estrés y la desesperación que se apodera cada día de nosotros en interminables trayectos, por ejemplo al trabajo, donde los atascos nos retienen sin posibilidad alguna de rescate.
Cuando esto ocurre, unos metros libres de calzada se convierten en aliados incuestionables de acelerones y frenazos para conductores deseosos de llegar a su destino.
Lo primero que tenemos que hacer es desechar la idea de que a más años de carné mejor conducimos, un ejercicio de humildad muy necesario y sano en el estresante día a día. Y luego establecer unos objetivos que nos ayuden a sacar beneficios del tipo de conducción que vamos a realizar como son: reducción del consumo, aumento de la seguridad y de la distancia con el coche que nos precede, más confort, disminución de las emisiones de dióxido de carbono y un menor coste del mantenimiento del vehículo.
Las claves son simples aunque los vicios que tenemos al volante nos pondrán más difícil conseguir un uso más sostenible de nuestro coche. Recuerda los siguientes consejos:
Circular en marchas largas, siempre dentro del margen de revoluciones en el que el motor entrega su cifra de par óptima, para disponer de buenas recuperaciones y no perder respuesta en caso necesario.
En aceleraciones no apurar el cambio de las marchas, insertando la siguiente entre 1.500 y 2.200 rpm enmotores gasolina y entre 1.500 y 2.500 en diésel.
Conducir de forma anticipativa y previsora a una velocidad uniforme, garantizando viajes más seguros y cómodos.
Recordar que si no pisamos el acelerador el motor no consume.
A todo esto hay que sumar que la contaminación de nuestros coches también es acústica. Un motor que gira a un régimen de 4.000 rpm equivale a treinta y dos que lo hacen a sólo 2.000 rpm, con el consecuenteahorro de carburante que esto conlleva.
Tampoco podemos olvidar otros factores que influyen en las veces que pasaremos por la gasolinera como son el estado de los neumáticos, la presión y su anchura. Según un estudio de la Fundación de la Federación Internacional de Automovilismo y Bridgestone, la presión inadecuada de las cubiertas supone el consumo de 8.000 millones de litros más de carburante al año y provoca que se emitan 18,4 millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera cada año. Por cada bar de presión menos, el consumo se incrementa entre un 1 y un 3%.
La temperatura del climatizador también influye y 22ºC sería la idónea, no menor, ya que el uso del aire acondicionado incrementa hasta un 20% el consumo del coche sobre todo en ciudad.
El estado de los filtros y las ventanillas abiertas, junto con elementos como bacas o cofres portaobjetos, con un 32% de incremento en el consumo, hacen que nuestro depósito se resienta.
Para los que van siempre con prisa será imposible bajar el ritmo, pero es necesario para poder disfrutar de una conducción relajada, y sano para desintoxicarse del estrés y las emisiones diarias. Es bonito poder disfrutar del viaje, de una conversación y de lo que el medio ambiente nos ofrece. Los que van contigo en el coche también lo agradecerán.
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