Enhorabuena, ya tienes el carnet de conducir. A partir de ahora, puedes circular por las carreteras libremente, siempre y cuando respetes las reglas del juego. Pero ojo, que tu aprendizaje no ha terminado, no ha hecho nada más que empezar. Y este momento es especialmente sensible.
Cuando dejamos de tener al plasta de la autoescuela a nuestra derecha, si viajamos solos nadie va a corregirnos ni a detectar manías y malas costumbres que podemos estar empezando a adquirir. Por ejemplo, mi profesora siempre me daba un manotazo cuando veía que mi mano derecha iba demasiado pegada al pomo del cambio.
Justo cuando uno empieza a “soltarse” y gana confianza, es cuando pueden aparecer algunas manías. Si eso no se corrige a tiempo, pueden dilatarse en el tiempo lo suficiente como para que dejarlas sea más difícil que abandonar el tabaco.
Veamos algunas manías comunes:
Por ejemplo, algunos noveles se ofuscan y siguen metiendo las marchas en diagonal, cuando hay que seguir el guiado de la H. Al meter las marchas en diagonal es muy fácil confundir la segunda con la cuarta, o la tercera con la quinta. Otros, además de eso, miran a la palanca, cosa que no debe hacerse, hay que mirar hacia delante.
Podemos ver a algunos noveles ya circulando rápido y hasta sin el cinturón de seguridad. Se ve que su profesor no tuvo un día el temperamento de bajarse del coche y darles un sopapo en la nuca, de las que suenan hasta en Roma, para que memorizase: “No vuelvas a hacer eso más”.
No todas las manías son por hacer el macarra. Hay manías que vienen fruto del nerviosismo, como mover el volante cada vez que se cambia de marcha, porque se hace fuerza. Siguiendo la H, no hace falta ni hacer esfuerzo.
¿Qué hay de las reducciones? Algunos ex-alumnos frenan mucho con el pedal, y meten la marcha corta después, con lo que la reducción no sirve de nada. El freno motor siempre va antes del del pedal de freno, porque si no, es como frenar con el punto muerto. Por otra parte, frenando mal puede hacer que se acumule el trabajo a la hora de detenerse.
No hace falta pasar por todas las marchas en una caja moderna, se puede pasar de segunda a cuarta y viceversa sin ningún problema, solo hay que tener una mínima noción de dónde están los puntos de cambio óptimos. Es más fácil aprender haciendo cambios totalmente secuenciales, pero vamos, que poderse, se puede.
Un novel nervioso, de los que no corre, tendrá problemas para apreciar la velocidad a la que circula, siguiendo un patrón irregular: de repente se encuentra yendo muy lento, luego lo recupera acelerando, y vuelta a empezar. Hay que mantener un trote más constante, si la música no te deja oír el motor, apágala, ya habrá tiempo de melomanía.
También tenemos ex-alumnos que creen que el pedal del embrague es una especie de reposapie, y lo usan hasta para tomar las curvas. Pues no, el pie izquierdo debe ir apoyado en el piso, y solo deben presionarse ese pedal exclusivamente para cambiar. Apoyarse en él descoloca el coche y acelera el desgaste del cable del embrague y del propio embrague.
Los intermitentes hay que ponerlos siempre, es la mejor manera de acostumbrarse. ¿Que son las cuatro de la mañana y no se ven moros en la costa? Es igual, pon siempre el intermitente, que es gratis, si no, empezarás a ser perezoso y luego empezarás a sorprender a otros conductores que no pueden adivinar lo que vas a hacer.
Las distancias de seguridad son muy importantes, porque al principio no se dominan las técnicas de detención de emergencia, por eso hay que jugar con más margen aún. El que pisa a fondo el freno sin aplicar embrague, puede encontrarse con el motor calado y en una situación muy comprometida con algo de mala suerte. Cuanto más margen, mejor.
La posición de las manos al volante también suele aprenderse mal desde el principio. Ni las dos manos pegadas arriba, ni las dos debajo, ni conducir con una mano por sistema, ni hacer todo a base de bayetazo. Siempre que se pueda, las dos manos en el volante, equidistantes y en torno al centro o algo elevadas (hasta las 10:10), en una posición cómoda.
En resumen, todos estos vicios, cuanto más se practican, más difícil es dejarlos. Siempre es más fácil pillar a tiempo a un novel, que aún puede aprender, que a un conductor con décadas de experiencia en (mala) conducción, al que atrévete a enseñarle algo. Algunos incluso muerden.
Cuando circules solo, en vez de pensar que menudo alivio haberte deshecho del profesor, acuérdate de todo lo que te dijo, que tiene su sentido. Él es un formador vial, tú un novato, dudar sobre quién sabe más es cuanto menos un poco desconsiderado. La experiencia es un grado, ya llegaremos, mientras tanto, toca aprender.
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