06 abril 2011

¡¡Quiero conducir, quiero vivir!! Helena


Al volante ni una gota de alcohol. La carretera te pide sin. El casco te salva la vida. En la carretera no vas solo. Levanta el pie. Hay muchas razones para ponerse el cinturón de seguridad. Así no vamos a llegar nunca. Si bebes no conduzcas. No podemos conducir por tí. Hazlo por ellos. Átate a la vida.
Todas las frases que he escrito antes tienen algo en común: han sido eslóganes publicitarios de campañas llevadas a cabo por la Dirección General de Tráfico. Algunas eran mejores y otras peores, en cuanto a diseño, dinamismo y movilización de masas. Otras han calado algo más profundamente y algunas han pasado desapercibidas o han sido un cachondeo total. Lamentablemente hacer campañas de semejante envergadura sólo está en manos de alguna institución importante y, quienes tienen el capital para ello y no son ninguna institución no se molestan en hacerlas.
Sí que es cierto que de un tiempo a esta parte estamos viendo más movimiento social: compañías de seguros, industrias diversas.… sin embargo la DGT tiene un problema importantísimo a la hora de concienciar y llegar a los conductores, y es que está totalmente desacreditada. Su falta de conocimiento respecto al mundo real y lo que sucede en las carreteras y una política que se concibe (quizá no tan erroneamente como quisiéramos) con el afán recaudatorio provoca que la inmensa mayoría de conductores ignoren sus consejos, aún cuando estos son realmente buenos.
Pero hay una campaña muy especial de la que no se hacen eco los grandes medios de comunicación. La radio no habla de ella y la DGT la ignora, aún cuando podría convertirla en un mensaje de esos que recuerda cualquier generación. Se trata de la campaña que ha lanzado Flor Zapata Ruíz, la madre de Helena.
Helena Castillo tenía veinte años y una vida feliz. Una tarde de 2005, concretamente el 17 de Abril un conductor borracho embistió el renault clio en el que viajaba acabando con su vida por politraumatismos y dejando herido al novio de la chica. Ahora, Flor Zapata publica en su blog las notas sobre el juicio que ha tenido lugar al respecto y hace pública la sentencia, mostrando su desacuerdo e informando del recurso impuesto. Al mismo tiempo un puñado de diarios virtuales que se hacen eco de la seguridad vial lanzaban, a título personal, una campaña de apoyo a una mujer que se lo merece todo.
Tras la muerte de su hija nuestra amiga sucumbió a la depresión. Aconsejada por un buen profesional que no sólo la hizo el favor a ella, sino que nos lo hizo a todos, Flor comenzó a escribir sus pensamientos en la red. Su intención era llegar a nosotros los jóvenes y concienciarnos. Eso desencadenó hace cosa de 4 años la impresión de unas 2000 pegatinas con el dibujo de "¡Quiero Conducir, Quiero Vivir!". Estaban destinadas a quienes las quisieran. Era una campaña personal, altruista, con afán educativo, informativo y reivindicativo. Un homenaje a una persona que murio, como muchas otras tristemente, por culpa del alcohol que no bebió. Las pegatinas se agotaron.
Hace un par de años, Flor recibió eso que llaman compensación económica por el fallecimiento de su hija. Ese dinero que a una madre debe quemarle como si fuera hierro fundido. Lo invirtió en la impresión de nuevas pegatinas y ha vuelto a anunciar que quien las quiera, puede solicitarlas y colocarlas en su coche. Dice su madre que ese es el mensaje que ella nos habría enviado; el mensaje que se leía en sus ojos cuando decía "tengo mono de Clío".
Yo no sé muy bien como funciona eso del marketing y la publicidad, ni conozco qué campañas van a ser un éxito y cuales van a fracasar. Pero reconozco las que me llenan y las que me parecen sinceras. Lo normal es que la gente se eche para atrás ante el lema ‘¡Quiero conducir, quiero vivir!’. Esta sociedad desentimentalizada en la que vivimos carece de valor para enfrentarse a los cánones marcados. "¡¡Que cursi!!" he oído más de una vez. Luego, cuando les haces saber de donde viene.… callan, piden pegatinas o bajan la cabeza y se marchan avergonzados. Tal vez como frase suene extravagante o incluso algo empalagosa, pero como campaña envía un mensaje directo y claro. Quiero disfrutar de la carretera y llegar a mi destino vivo. Es la frase que resume una trágica historia que podría dejar de repetirse si todos ponemos nuestro granito de arena.
En breve recibiré mi pegatina.

2 comentarios:

  1. Las campañas de tráfico deberían basarse en casos reales y no en imágenes impactantes recreadas por actores. Testimonios como ese hacen que nos replanteemos las cosas.

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  2. Ella no se ha recuperado, y posiblemente no se recuperara, es un golpe muy duro para una madre. Y me pone furioso que aún exista gente que se crean los reyes de la carretera.

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